domingo, 13 de junio de 2010

Carta al Jefe (IV)

Jefe, segundo domingo que entro a la casa con la intención de comenzar a conocer que es la ausencia y me voy como mismo llegué.
Cuánto hubiera dado por que cuando estuviera llegando la hora de coger la mochila me preguntaras con toda la humildad del mundo si aún me daba tiempo de tirarte tu afeitadita. Y como duele, coño, pensar qué alguna vez te dije que ya estaba contra reloj.

Hoy fue la vieja quien a media tarde recordó lo de colar un cafecito. No sé por qué escribo colar, si hace mil años que los coladores sólo existen en la memoria. Sobró media cafeterita, viejo. Bueno, ya desde abril cuando la endoscopia descubrió la úlcera, también el café entró en la lista de tus prohibiciones. Una mañanita en los finales del fin Angelito te dejó que te mojaras los labios.

La siempreviva está bonita. Le tienen la tierra bien mojada. Ya te imaginarás quien la riega. Quiero suponer que estamos pensando en la misma persona.

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