martes, 8 de junio de 2010

Una introducción que podría ser necesaria


Sigo aferrado a la idea. En estos tiempos de sobresaturación informativa un blog personal es lo que un grano de arena en el paisaje ondulante del Sahara. Más éste que pretende ser personalísimo. Intimista más bien. Lo concebí en las horas de dolor subsiguientes a la partida de mi padre, como una forma de seguir comunicándome con él, allá dondequiera que habite ahora. Tender en el espacio infinito algo que se me quedara por decirle, al menos con palabras, y contarle cuán difícil resulta la adaptación a la ausencia. Por eso es preciso ponerle trampas al olvido y en estos mensajes, viajeros del éter, creo haber encontrado la fórmula del diálogo. En algún punto de sus órbitas coincidirán contigo, viejo, y será como si estuvieras leyendo el periódico que aún me reclamabas en la cama del hospital.


Blog, bitácora, página personal o como quieran llamarle, este que estreno cinco días después de haberte cerrado los ojos tiene la humilde aspiración de que, además de ti por supuesto, lo lean mis amigos y los que me quieren bien. Si alguien más lo encuentra por casualidad en la inmensidad de ese océano de arena y quiere dedicarle un minuto de atención, bienvenido sea también. Aquí desgranaré mis sentimientos, los recuerdos comunes y las noticias por venir como si fueran los granos de una mazorca de maíz, el día antes de la siembra de primavera.

Por supuesto que para los lectores-destinatarios arriba mencionados resulta obvia la presentación, pero si este mensaje, sin la barriga de la botella ni el concurso de las olas, pero con la misma suerte del hallazgo, llegara a ser pasto de otras lecturas, aquí le van algunas señas del bloguero intimista: Me gano el pan como periodista, pero le he cogido el gusto a fabular con la vida de gente ficticia. Lo cual no significa que me crea novelista, aunque recién gocé la publicación de una y por estas fechas intente dar las puntadas que le faltan a otra. Y tenga como tres esbozos narrativos más cociéndose en el horno de neuronas utilizables después del sufrimiento. Milito en la causa de los que tienen menos, de los que tienen poco o de los que no tienen nada. Me refiero a propiedades materiales, porque por lo general esos seres son verdaderos magnates en bienes del espíritu. Creo en Dios y en el mejoramiento humano. Podría invertir los términos y el producto moral seguiría siendo el mismo. Fuera un iconoclasta total de no ser por Jesús de Nazaret. Me complace contar con la amistad de ateos y religiosos de cualquier manifestación y de abstemios y empinadores de los codos. Respeto la inclinación sexual de cada quien, aunque viva el orgullo de la heterosexualidad. Abogo por el diálogo desde el ínfimo ámbito del hogar hasta el universo vertical de la ONU. Celebro de todo corazón a quienes les asiste el don de saber escuchar al interlocutor antes de lanzarse a la trifulca de la réplica y al “estás equivocado”. Y aprecio a las personas que te miran a los ojos mientras las palabras cruzan sus espadas verbales en un duelo, que ojalá siempre fuera deportivo y en la arena de la inteligencia.

El bautizo de este blog, si no en las aguas del Jordán al menos en las de la cordialidad entre los hombres, tiene que ver con por lo menos tres acepciones bélicas del vocablo campaña, según el diccionario de la Real Academia Española. A este planeta además de oxígeno puro y aguas cristalinas la hace falta respirar y beber paz. La hora de enterrar el hacha de todas las guerras no puede demorar un segundo más. A los sabios indios de la América septentrional pidámosle prestadas millones de pipas de la paz. Y fumemos todos sin miedo a jodernos los pulmones.

Francisco G. Navarro. Cienfuegos, Cuba, 8 de junio de 2010.

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